Durante el proceso de tres días, los cuerpos de estas mujeres pasaron de estados de tensión y bloqueo a apertura y calma. Surgieron sus cuerpos sensibles y atentos, junto con una gran necesidad de liberar la presión y la carga física acumulada, así como una significativa capacidad de autorregulación. Se comprometieron con el trabajo somático, exploraron sus cuerpos con valentía, mostraron coraje en las expresiones convulsas de sus cuerpos, se conectaron empáticamente a nivel cinestésico sin necesidad de palabras y demostraron una gran sabiduría interna al identificar rápidamente los cambios internos y abrirse consecuentemente a los beneficios del trabajo. Descubrieron el poder de liberar, sentir y reconfigurar, así como la importancia de asumir la responsabilidad y comprometerse con su bienestar.

En solo tres días, estos cuerpos mostraron cambios visibles en el color de la piel y la calidad del sueño, disfrutando de los efectos del descanso, la escucha, la liberación y la conexión con su centro. Asumir la responsabilidad de atender a las propias necesidades, una tarea que ha sido relegada en la socialización de las mujeres, implica crear nuevos estados físicos que desafíen el hábito de permanecer atrapadas en experiencias pasadas, en el legado y en la construcción social.

Como artista, constato que es posible trabajar con comunidades vulnerables desde un enfoque que abrace la escucha profunda, conceda tiempo y establezca parámetros que garanticen una relación respetuosa y atenta a las particularidades de cada persona, proporcionando así un nuevo modelo de autoridad y liderazgo que inspire y ofrezca en lugar de que dirija y se apropie, apartándose así de los mecanismos estructurales de dominación sobre los cuales está construida nuestra sociedad. Una sociedad atravesada por el eje del capitalismo, que se apropia de todo aquello que tiene valor de mercado, asentándose en valores de aislamiento y segmentación, utilizando la identidad para segregar y explotar a las personas de una manera que perpetúa la experiencia del trauma.

En contraste con este patrón, el laboratorio Todo por ti contribuyó al cambio creando un espacio temporal para escuchar el cuerpo, tanto el propio como el de las demás. Se enfocó en el cuidado, ofreciendo herramientas físicas que favorecieron el bienestar individual y fomentaron la conexión entre mujeres con experiencias similares, tejiendo así una red de bienestar colectivo y estableciendo el autocuidado como un acto revolucionario.

El trabajo concluyó quince días después, cuando las participantes enviaron sus reflexiones sobre cómo las técnicas de conciencia corporal aprendidas afectaron su experiencia vivida tanto en el momento del taller como posteriormente. El material recopilado se archivó y formó una base de inspiración para el contenido de la siguiente etapa de la creación, una residencia artística realizada el mes siguiente en el KVS en Bruselas, con la participación de las intérpretes Yi Chun Li y Rosabel Huguet, junto a Sam Gillett como diseñador de sonido.